Kabe<p>Vamos al puerto con <a href="https://tkz.one/tags/fantas%C3%ADaparadummies" class="mention hashtag" rel="nofollow noopener" target="_blank">#<span>fantasíaparadummies</span></a> </p><p>Capítulo 825: Cabeza en los negocios.</p><p>Vamos a quitarnos un poco de calor de encima viajando a una ciudad que es más que la suma de sus casas, es un símbolo, un puntal, una locura durante la edad moderna española: Sevilla.</p><p>Hoy vamos a usar el ejemplo de Sevilla y desde 1718 Cádiz, como el puerto de entrada de un sistema mercantilista colonial, con todas sus movidas y contradicciones. <a href="https://tkz.one/tags/AmbientarEn" class="mention hashtag" rel="nofollow noopener" target="_blank">#<span>AmbientarEn</span></a> la Cabeza Comercial de un Imperio.</p><p>Lo primero, vamos a entender el modelo del que hablamos. El mercantilismo colonial monopolístico es un sistema de interacción cerrada entre metrópoli y colonia. Nadie que no cuente con el permiso expreso de la metrópoli puede comerciar con la colonia, incluso lo tienen prohibido entre ellas en muchos casos.</p><p>En este sistema, la metrópoli se enriquece consiguiendo una balanza de pagos positiva, que dependiendo de la época se mide de una u otra forma. A principios de la edad moderna, se medía por los metales preciosos que se poseyeran.<br>A través de la importación de productos comprados a bajo precio y vendidos a alto, los impuestos a la importación, los monopolios de ciertos productos y las concesiones para comerciar, se conseguía aumentar la balanza de pagos.</p><p>Pues bien, en ese mundo, la conexión con el mercado cautivo de la colonia tenía que hacerse hacia una serie de puertos determinados para poder controlar todos esos factores. En un alarde de lógica de la proporción, convirtieron a Sevilla en el único puerto que podía comerciar con las colonias americanas.</p><p>Básicamente hicieron el cuello de botella más estrecho del mundo y luego se quejaban de que no había agua para todos. <br>Estas cabezas de comercio son lugares brutales para utilizar en una historia, especialmente si no es la capital del reino. ¿Por qué?<br>Bueno, ahí van algunas cosas. </p><p>La casa de contratación.<br>De alguna manera hay que administrar todo este tinglado. Así que crean una organización que lo haga. ¿El problema? Que realmente no está bajo la jurisdicción de nadie. Hacen y deshacen a voluntad y siempre a favor del mantenimiento del statu quo, tanto que habrá que esperar al siglo XVIII para que legalmente otros puertos españoles puedan comerciar con América.<br>El poder político y económico de esta gente era enorme y en una ambientación donde el puerto no coincide con la capital les permite convertirse en un patriciado urbano que extiende tentáculos por todos lados.</p><p>El consulado.<br>Resulta que los únicos que podían comerciar con las colonias americanas eran castellanos, ya que formaba parte de su reino. Por ello, había en Sevilla gentes de otros países que tenían grandes intereses en ese comercio con sedes allí, especialmente franceses. <br>—Espera, has dicho que no podrían comerciar con América. ¿Entonces para qué estaban ahí?</p><p>Resulta que hay que tener en cuenta dos cosas.<br>La primera es que las mercancías de las colonias llegan a Sevilla y desde allí se venden a otros comerciantes que las llevan a otras tierras a venderlas. Ahí hay un negocio no cerrado.<br>La segunda es que hay que suministrar el mercado americano y en Castilla casi no se fabrica, así que hay que comprar manufacturas de fuera, ahí hay negocio.<br>Pero espera, que hay más.</p><p>La presta de hombres.<br>Solo pueden comerciar con América los que tienen un acuerdo con la casa de Contratación y solo podían ser castellanos; pero claro, si tú, castellano de bien, vas a pedir un contrato y se lo das luego a tu amigo francés, pues mucho problema no hay.</p><p>—Al menos los marinos o la flota sería castellana.<br>... Pues un poco que no. Realmente la mayoría de los barcos no se hacían en la zona, se compraban de fuera.</p><p>Con todo esto en cuenta, el paisaje es curioso.<br>Podría seguir mucho más, pero mis retoños me reclaman.<br>Démosle un poco de reposo y pensemos cómo podríamos volverlo puramente <a href="https://tkz.one/tags/fant%C3%A1stico" class="mention hashtag" rel="nofollow noopener" target="_blank">#<span>fantástico</span></a>, pero os aseguro que lo que se nos ocurra no será ni una décima de lo peculiar que era esa ciudad.</p>